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América Latina en el espacio público de Bruselas

Actualizado: 26 ene

© Romain Droog


Por más extraño que pueda parecer, el espacio público de Bruselas está lleno de símbolos de la historia, la cultura y la diplomacia latinoamericanas. He aquí un repaso no exhaustivo de estos sorprendentes rincones.   


Empecemos por las embajadas, literalmente pedacitos de territorio latinoamericano repartidos por los cuatro puntos cardinales de Bruselas, que se adueñan del prestigioso patrimonio de la ciudad. El Art Nouveau nació en Europa a finales del siglo XIX, pero el movimiento se extendió rápidamente al otro lado del Atlántico. Su exuberancia y el uso de materiales preciosos atrajeron a las clases adineradas de las metrópolis latinoamericanas, deseosas de copiar las tendencias del Viejo Continente. 


En las calles de La Habana y Buenos Aires, entre otros, hay ejemplos muy bellos de edificios Art Nouveau. Sus embajadas en Bruselas continúan esta tradición patrimonial compartida. En efecto, Cuba ocupa la antigua casa y estudio del pintor Fernand Dubois, obra de Victor Horta. En cuanto a Argentina, su embajador ha establecido su residencia en la casa Ciamberlani, obra emblemática de Paul Hankar. Esta joya del Art-Nouveau luce ahora la bandera y el escudo argentinos en su fachada, cubierta de delicados esgrafiados. Su planta baja, normalmente cerrada al público, es accesible para determinados actos culturales organizados por la Embajada o durante el festival BANAD. En particular, acoge presentaciones y exposiciones organizadas por la Asociación Art Nouveau de Buenos Aires (AANBA).

Las Embajadas de Cuba y Argentina en sus residencias Art-Nouveau

© Romain Droog


La mayoría de las demás embajadas de la región se concentran en la avenida Franklin Roosevelt, eje diplomático por excelencia. Cerca de las embajadas de Colombia y Venezuela, conquistando el parterre central de la avenida, se alza la estatua de Simón Bolívar, libertador y creador de la Gran Colombia. Esta estatua ecuestre de bronce domina la avenida desde 1992. Fue diseñada por Hugo Daini, escultor italiano que emigró a Venezuela tras la Segunda Guerra Mundial. Cada año, una conmemoración reúne a los principales embajadores de la región en torno a esta figura capital de la independencia política del continente. En el mármol del Báltico están grabados los países liberados por Bolívar: Panamá, Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia y Ecuador. 


Sorprendentemente, ésta no es la única presencia de Bolívar en Bruselas. Cualquier viajero que haya tomado un Flixbus ha estado alguna vez en la plaza Bolívar, a la salida de la estación Gare du Nord. En esta misma plaza, a la sombra de los rascacielos del Manhattan bruselense, hay desde 2011 una estela en honor al libertador. Fue un regalo de Venezuela con motivo del bicentenario de su independencia. 

Simon Bolivar bajo la nieve de Bruselas

© Romain Droog


José de San Martín, el otro libertador latinoamericano, también aparece en el espacio público de Bruselas. El general que dirigió las batallas por la independencia de Argentina, Chile y Perú está representado a caballo en un rincón acomodado de Woluwe Saint-Pierre, junto al Museo del Tranvía. En pose guerrera, parece señalar el camino a sus tropas, con el dedo extendido hacia el horizonte. Esta estatua del francés Louis-Joseph Daumas fue regalada al municipio por el gobierno argentino en 1975. Es un regalo vistoso, pero poco original: es una réplica idéntica de la estatua que se alza en la Plaza San Martín de Buenos Aires, así como en la Ciudad Universitaria de Madrid. 


El general argentino, a diferencia de su colega Bolívar, comparte una historia íntima con nuestra capital. Tras su independencia, Argentina atravesó un largo periodo de inestabilidad política. Viudo entonces, San Martín decidió marcharse a Europa con su hija Mercedes, de 8 años. Se instalaron en Bruselas, en la Rue de la Fiancée, cerca de la Place de Brouckère. Allí llevaron una vida austera, recibiendo ocasionalmente visitas de personalidades de las jóvenes repúblicas latinoamericanas. 


Casualmente, este héroe de la independencia de su país se encontraba en Bruselas en 1830, cuando los belgas se estaban separando de los Países Bajos. El general huyó del conflicto y se instaló en Boulogne-sur-mer, donde murió en 1850. Hoy en día, no queda mucho de la casa del general en Bruselas. La rue de la Fiancée se ha convertido en el siniestro telón de fondo de las oficinas de seguros que devoran esta parte de la ciudad. Sólo una pequeña placa conmemorativa, varada en el medio de las obras públicas, recuerda a los transeúntes a su ilustre residente.

General San Martin y el escritor Julio Cortázar

© Romain Droog


San Martín no es el único argentino inscrito en la historia de Bruselas. Bajo las bombas alemanas, el escritor Julio Cortázar nació en 1914 en las oficinas de la embajada donde trabajaban sus padres. Para recordarlo, en Uccle (Avenue Louis Lepoutre) hay un retrato del autor de "Rayuela". Fue instalado en 2005, en presencia de su esposa Aurora Bernárdez. Aunque pasó gran parte de su vida en París, ésta es sorprendentemente la única escultura del escritor en suelo europeo. Es obra del artista argentino Edmund Valladares, autor también de varios libros. 


Bruselas, con su estatus internacional y su cruce de caminos, está llena de espacios públicos que rememoran parte de la historia latinoamericana. Frente a la ausencia casi total de héroes de las antiguas colonias belgas, la atención prestada a los libertadores de América plantea interrogantes. El espacio público de Bruselas nos habla de una historia, pero también de la imposibilidad de abordar ciertas páginas de su Historia. Sin embargo, nos recuerda los vínculos difusos pero muy reales que existen entre Bruselas y todos los países de América Latina. Vínculos que mantener y desarrollar, ¿por qué no con otras expresiones artísticas menos formales que reflejan la riqueza cultural del continente latinoamericano y su diáspora bruselense?


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